"La teoría de la narración, propuesta por Walter Fisher, postula que toda comunicación significativa es alguna forma de narrativa o un reporte de eventos y así, los seres humanos experimentan y comprenden la vida como una serie de continuas narrativas, cada una con sus propios conflictos, personajes, comienzos, medios y finales".
Utilizamos las historias en prácticamente
todos los aspectos de nuestras vidas cotidianas: para pasar el tiempo, para
transmitir la información, para dejar que alguien sepa quiénes somos (o al
menos quienes queremos ser), para situarnos en un lugar, familia o comunidad.
Recurrimos a las historias tanto para sobrevivir como para imaginar, así como
diferentes propósitos instrumentales, por placer y porque debemos hacerlo. Las
historias forman parte de nuestra herencia humana. (James Elkins, 2001, p. 313).
El ser humano no puede desconocer su capacidad para narrar historias, más que eso, no puede negar el alcance que tienen estas sobre los demás. Desde la antigüedad los primitivos crearon sus propios sistemas de comunicación y plasmaron sus experiencias a través de jeroglíficos, símbolos que puestos en un orden describían un acontecimiento trascendental en sus vidas o simplemente la forma en como administraban el tiempo en sus actividades cotidianas: la caza, la pesca, la reproducción, el poder y la riqueza… Hasta llegar al día de hoy, donde las formas de comunicación son tan ricas como el lenguaje mismo; nuestra herencia es narrativa en todo el sentido de la palabra, es a través de ésta que conocemos o suponemos el pasado y es a través de ésta que aspiramos llegar al futuro. Las personas buscan ejemplificar sus conceptos para hacerlos más comprensibles, buscan ponerlos en términos reales, justificarlos por medio de experiencias que sean comunes para todos, es ahí donde se produce el conocimiento, donde el mensaje teórico toma forma humana, y el receptor lo puede relacionar con su esencia, con lo que ha vivido. Fisher es uno de los grandes defensores del Paradigma Narrativo, él argumenta que “Los humanos somos contadores de cuentos y que los valores, emociones, y las consideraciones estéticas se basan en nuestras creencias y comportamientos, en otras palabras, nos convence más una buena historia que un buen argumento”. (p. 310)
Siempre que se da el proceso comunicativo se logran interpretaciones del receptor, que no siempre son las mismas que argumenta el emisor, de ahí también que se tergiverse el mensaje, pero lo que es un problema para muchos teóricos, en el Paradigma Narrativo no necesariamente lo es, porque la narración es una herramienta social, todos somos diferentes, asumimos un mismo evento de maneras distintas según la experiencia; sin embargo, todos los seres humanos están en la capacidad de distinción de las miles de narraciones en que participan a diario y lo hacen basados en dos principios:
El ser humano no puede desconocer su capacidad para narrar historias, más que eso, no puede negar el alcance que tienen estas sobre los demás. Desde la antigüedad los primitivos crearon sus propios sistemas de comunicación y plasmaron sus experiencias a través de jeroglíficos, símbolos que puestos en un orden describían un acontecimiento trascendental en sus vidas o simplemente la forma en como administraban el tiempo en sus actividades cotidianas: la caza, la pesca, la reproducción, el poder y la riqueza… Hasta llegar al día de hoy, donde las formas de comunicación son tan ricas como el lenguaje mismo; nuestra herencia es narrativa en todo el sentido de la palabra, es a través de ésta que conocemos o suponemos el pasado y es a través de ésta que aspiramos llegar al futuro. Las personas buscan ejemplificar sus conceptos para hacerlos más comprensibles, buscan ponerlos en términos reales, justificarlos por medio de experiencias que sean comunes para todos, es ahí donde se produce el conocimiento, donde el mensaje teórico toma forma humana, y el receptor lo puede relacionar con su esencia, con lo que ha vivido. Fisher es uno de los grandes defensores del Paradigma Narrativo, él argumenta que “Los humanos somos contadores de cuentos y que los valores, emociones, y las consideraciones estéticas se basan en nuestras creencias y comportamientos, en otras palabras, nos convence más una buena historia que un buen argumento”. (p. 310)
Siempre que se da el proceso comunicativo se logran interpretaciones del receptor, que no siempre son las mismas que argumenta el emisor, de ahí también que se tergiverse el mensaje, pero lo que es un problema para muchos teóricos, en el Paradigma Narrativo no necesariamente lo es, porque la narración es una herramienta social, todos somos diferentes, asumimos un mismo evento de maneras distintas según la experiencia; sin embargo, todos los seres humanos están en la capacidad de distinción de las miles de narraciones en que participan a diario y lo hacen basados en dos principios:
*La coherencia: La narrativa tiene coherencia cuando se presentan todas las partes de la historia, cuando no se omiten detalles, cuando no existen contradicciones. Cuando la narración carece de sentido, entonces el oyente comienza a sospechar de elementos secundarios porque la idea base no lo convence. Cuando la trama no es clara falta coherencia estructural; cuando la historia no tiene congruencia con la de otras historias relacionadas falta coherencia material; cuando los personajes no inspiran credibilidad falta coherencia en los personajes.
*La fidelidad: Las historias deben tener fuerza, deben ser fiables, “deben representar una visión acertada sobre la realidad social” (Fisher, p.105).
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